miércoles, 29 de julio de 2009

Zelaya, el vaquero bufón

Raúl Benoit
"Un político no puede ser tan irresponsable como para incitar a la violencia, cegado por su ambición. La obcecación no le deja ver que la gran mayoría no lo quiere porque él les engañó y les mintió sobre su proyecto político."

Como si fuera un vaquero bufón, montado en su caballo y acompañado de cien peones pagados con dinero sospechoso, Manuel Zelaya representa una pantomima en la frontera de Nicaragua con Honduras, haciendo un espectáculo mediocre, promovido por la televisión chavista.

Obviamente ha sido avivado y aplaudido por su mentor Hugo Chávez, quien sigue interfiriendo, con descaro, en asuntos internos de otros países. El ex presidente Zelaya arriesga la estabilidad regional, provocando al ejército hondureño y a sus propios compatriotas para convertirse en un mártir. Lo que está haciendo es jugar con la sangre de su pueblo.

Un político no puede ser tan irresponsable como para incitar a la violencia, cegado por su ambición. La obcecación no le deja ver que la gran mayoría no lo quiere porque él les engañó y les mintió sobre su proyecto político. Se metamorfoseó como camaleón después de las elecciones.

Hay algo que la comunidad internacional parece haber olvidado: ¿Quién es el constituyente primario? La respuesta es simple: usted, el vecino y yo. En cualquier país democrático del planeta, quien debe decidir el destino de la nación es el pueblo.

Una amiga recalcitrante y con tendencias de izquierda me cuestionó con lo que ella dijo era una pregunta simple: ¿Si el constituyente primario es la gente, por qué no dejaron a Zelaya hacer la consulta popular para reformar la constitución?

La respuesta también es sencilla: porque el pueblo hondureño no es tonto. Abrió los ojos y destapó los oídos, antes de permitir la toma del poder subrepticiamente. Todo estaba maquinado para que ganara la propuesta de Zelaya y la conspiración se preparó desde Caracas.

Entonces, ¿por adelantarse y detener un Golpe de Estado "democrático", como el que dio Hugo Chávez en su país, los hondureños deben ser considerados parias del mundo?

En aras de la nueva "democracia", no en el sentido real y válido de ese privilegio ciudadano, sino en la malformada manera en que se interpretada por los neo-comunistas, pretenden manipular las instituciones para eternizarse gobernando, censurar la prensa y concentrar el poder político y financiero en un sólo individuo.

Con respecto a Honduras, es recomendable dejar al pueblo decidir su destino. Si el gobierno interino tiene pruebas contra Manuel Zelaya y si él intenta cruzar de nuevo la frontera, a los soldados patriotas de su país les corresponde detenerlo y llevarlo a juicio. Eso es lo que debieron hacer desde el principio.
De lo contrario, que el vaquero bufón se vaya con su circo a otra parte, dejando a sus paisanos superar este período histórico en paz. Él le debe a su pueblo décadas de retraso.

© AIPE

Raúl Benoit es corresponsal internacional de Univisión.

¿Quién apoya a Zelaya?

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
http://www.libertaddigital.com

De todas las falsedades y manipulaciones que circulan por el mundo a propósito del acoso chavista a Honduras, una de las más bastas es la del papel de la sociedad hondureña en esta supuesta "crisis" institucional, que no es tal. En el Congreso de Honduras, el 96% de los elegidos por los ciudadanos está a favor de las medidas constitucionales aplicadas a Zelaya; son más que los diputados que en España están a favor de la Constitución de 1978.

Minoría ridícula que nos hace preguntarnos, ¿quién apoya, entonces, a Zelaya? De las fuerzas políticas con representación parlamentaria, sólo le apoya Unificación Democrática (UD), que cuenta con 5 diputados de los 128. Es decir, un 3,9 % de los representantes de la voluntad popular. UD, que nunca ha obtenido más de 30.000 votos, es el único aliado político de Zelaya en el Parlamento. Por eso, Chávez y Zelaya han acudido a la clásica deslegitimación de todo régimen parlamentario: democracia burguesa, oligárquica etc. Sus discursos son abiertamente bolcheviques: ni aceptan la democracia representativa ni lo disimulan. Quitan la legitimidad al Parlamento y se la dan a grupos extraparlamentarios y marginales, justo los que apoyan a Zelaya en la calle.

Como Chávez en Venezuela, Zelaya utilizó su mandato para desviar dinero a la compra de voluntades populares, de sindicatos, militares, gobernadores. Incluso a diputados de su Partido Liberal para que apoyaran su giro chavista. Honduras aún está investigando la red de corrupción tejida por Zelaya para lograr que su autogolpe triunfara sin oposición, red en la que ahora están implicadas incluso las FARC. Por suerte, el equilibro constitucional funcionó, fue sorprendido conspirando y expulsado. Ha tenido que apoyarse, prematuramente, en al menos tres fuerzas extraparlamentarias y antiparlamentarias.

En primer lugar, Zelaya y Chávez se apoyan en el radicalismo antidemocrático y reaccionario "Bloque Popular", que es exactamente lo que su nombre da a entender. Formado por sólo unas 5.000 personas, tiene vínculos directos con Venezuela, con otros movimientos totaltarios en toda Hispanoamérica y hasta con las FARC. En segundo lugar, cuenta con el apoyo de los sindicatos ligados al sector público, que ya venían siendo utilizados por Zelaya para paralizar instituciones económicas y políticas antes, en la última parte de su plan desde el Gobierno. En tercer lugar, los sindicatos de educación, a los que Zelaya inyectó cantidades millonarias de dinero mientras era presidente para que apoyaran su golpe desde el interior, y que ahora se han convertido en la punta de lanza de los chavistas en Honduras. Los tres están bien organizados, y no sólo paralizan la educación sino que cortan carreteras e infraestructuras, organizan las protestas y empujan a los suyos a la frontera con Nicaragua.

Los partidarios de Zelaya en Honduras no sólo son una minoría: son una minúscula minoría. Y sin embargo, llama la atención el éxito propagandístico que su maniobra tiene en nuestros medios de comunicación. Se habla de grandes manifestaciones de apoyo a Zelaya, que en verdad sólo congregan a unos pocos miles de personas, (compárense con los 700.000 en Irán en junio) o incluso a centenares; se habla de incidentes y represión policial, cuando los enfrentamientos son minoritarios y siempre iniciados cuando los bolivarianos de Zelaya atacan a la policía y al ejército; se habla de la huelga de profesores, pero no de las quejas airadas de los padres; se habla del apoyo de sus seguidores en la frontera, cuando son unas pocas docenas, o de la caravana de regreso a Honduras, 20 vehículos de los cuales uno es el suyo y otros 16 de periodistas. Se habla, en fin, de convulsión social, cuando la vida en Honduras es normal, y sólo se rompe de vez en cuando por las milicias chavitas-zelayistas, las únicas que critican los toques de queda.
¿De dónde salen estas noticias? Por un lado, Chávez ha puesto toda su maquinaria propagandística al servicio del acoso y derribo de Honduras. Ha creado una potente infraestructura que lo mismo se inventa muertos y disturbios, que dibuja la imagen del potentado y repudiado Zelaya como un revolucionario aclamado por el pueblo. Este manejo y manipulación de la información encuentra acogida en toda la izquierda socialdemócrata hispanoamericana y europea. Y no sólo eso: también medios liberal-conservadores se han hecho eco de la propaganda chavista, dando por buenas noticias sin contrastar y manifiestamente falsas. Esta es una de las grandes lecciones de lo ocurrido: resulta peligroso que la información, en Iberoamérica, en Irak o en Gaza, fluya por los canales de grupos y regímenes totalitarios. Éstos han descubierto que es una poderosa arma, que hoy es utilizada por Chávez contra Honduras, que la seguirá usando contra el pequeño país centroamericano, y que la seguirá usando contra otros países en la región.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.